Pequeñeces con importancia

Hay veces que se recuerdan cosas que estudiaste, historias que leíste y ves como poco a poco esas historias que creías inútiles te van sirviendo para tu vida.

Yo siempre recuerdo aquel cuento de ese libro que siempre nos hacían leer y que luego estudiamos en la universidad. Me refiero al Conde Lucanor y al cuento que habla de la amistad. El Conde presumía de tener muchos amigos y su consejero Patronio le contó un cuento que muy resumido hablaba de un joven que presumía de lo mismo de tener muchos amigos. Su padre para ver que estaba en un error le pidió que matase un cerdo y lo metiese en un saco y que fuese a casa de todos esos amigos diciendo que había matado a un hombre y que le ayudasen a ocultarlo.

El hijo lo hizo, mató al cerdo, lo metió en un saco y casa por casa de los que decían ser sus amigos se fue decepcionando. Volvió con su padre y este le dijo que cogiese el saco y que fuese a casa de su único amigo diciendo que era su hijo. El único amigo del padre le ayudó sin dudarlo. Hoy no se a quién le podría llevar yo este cerdo ¿y tú?.

Este cuento, de origen oriental, aparece por primera vez en Occidente en el siglo XII, en el Disciplina Clericalis del judío converso aragonés Pedro Alfonso. En esta versión, muy escueta y escrita en latín, los protagonistas son árabes (González Falencia: 6-7 & 97-98). Hay varias versiones de este cuento en la Península Ibérica, incluyendo la muy famosa de El Conde Lucanor (Blecua: 235- 240). La versión de Zifar se cree basada en los Castigos e documentos del rey don Sancho, concretamente en la versión que aparece en el manuscrito 3995 de la Biblioteca Nacional de Madrid, que es más larga y elaborada que la que aparece en el manuscrito Z.III.4 de la Biblioteca de El Escorial, la cual sigue muy de cerca el cuento de Pedro Alfonso. Mientras que la versión de la Biblioteca de El Escorial acaba con un sermón sobre la amistad, la versión de la Biblioteca Nacional acaba con un banquete (Rey: 165-170).

Otro cuento o historia de la que me estoy acordando mucho estos días es la historia del las uvas el ciego y el lazarillo de Tormes, eso que nos enseña. Se pusieron a comer esas uvas y cuando acabaron el ciego pegó al Lazarillo acusándole de comerlas de tres en tres, el Lazarillo le pregunta que como lo sabe y el ciego le da esa lección que todos debemos recordar, por que el ciego las comía de dos en dos y el lazarillo callaba. A veces pasa eso, que sabemos que otra persona hace algo porque nosotros hacemos lo mismo y la otra persona no le da la más mínima importancia.

Son pequeñas historias, pequeñas enseñanzas, hoy he recordado estas, en los próximos días si me acuerdo y me apetece seguiré con más.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *