Llegan noticias de Ariadna
Sepultado por la arena del reloj, el orador renace sobre un elefante engalanado, en el centro de la pista del circo. El circo es la caracola infinita roja, blanca y azul que nunca cayó en las sangrientasmanos del rey de Creta mientras buscaba desesperado al furtivo de las alas postizas que vio como caía su hijo al mar por acercarse demasiado al sol. El sol castiga, amarillo con la sonrisa dibujada por un niño que todavía no controlaba bien el lápiz, a los payasos con cejas de no entender nada porque ellos también lo dibujaron amable con una sonrisa y sin calor. El calor desdibuja el maquillaje de los payasos que bailan sobre rulos y tablas ya sin cabra entre música de órganos chirriantes y repetitivos. La música de órgano calma como algodón de azucar los pensamientos extremos que sudan esperando que el calor acabe por romper el cristal del reloj y se expanda la arena bajo el elefante que no aguanta ya más el peso de la sabiduría del orador. El orador cuenta sobre el elefante que se va hundiendo otra vez en la pista del circo que ayerMinos fue traicionado por su hija y alguien acabó con la vida cruel del Minotauro.